Por: Omar Gómez Pensado
Cuando el tema entre los electores era quién ingresará al Salón de la Fama del Béisbol como parte de la Generación 2010, la cual francamente es una de las más flojas de los pasados 20 años, ayer Randy Johnson cuando menos dejó en claro quién será inmortalizado en el 2015.
El llamado “Big Unit” anunció ayer su retiro, tras una brillantísima carrera de 22 campañas. El zurdo de 46 años de edad, jugando para Expos de Montreal, Marineros de Seattle, Astros de Houston, Diamondbacks de Arizona, Yanquis de Nueva York y Gigantes de San Francisco, acumuló 303 triunfos por 106 descalabros, números que por sí mismos lo colocan como sólido candidato a ingresar a Cooperstown.
Sin embargo, las cerezas sobre el pastel que lo hacen un miembro ineludible del Recinto de los Inmortales de la Pelota, son sus cinco Trofeos Cy Young, su efectividad de por vida de 3.29 y sus monstruosos 4 mil 875 chocolates recetados.
Muchos lo recordarán por aquel incidente de la paloma que en pleno Spring Training emprendió su viaje al más allá, gracias a una recta de 100 millas de este zurdo de dos metros de altura que se impactó en su cuerpo volador. Pero la realidad es que Johnson lo hizo todo, porque no sólo acumuló grandes estadísticas individuales, logrando hazañas tales como lanzar lanzó un juego sin hit ni carrera en la Liga Americana contra Detroit en 1990 y un juego perfecto en la Liga Nacional ante Atlanta en el 2004, sino que también se convirtió en pieza clave de los Diamondbacks para la consecución de la Serie Mundial del 2001, haciendo una dupla inolvidable con Curt Schilling.
Sólo Roger Clemens ha ganado más premios Cy Young que el “Big Unit” y si tomamos en cuenta que el “Cohete” atraviesa una crisis de credibilidad por su alegado uso de substancias para mejorar el rendimiento, lo cual podría marginarlo del Salón de la Fama, podríamos pensar quizás que Johnson puede estar ubicado entre los mejores cinco serpentineros de todos los tiempos y que sin duda alguna ha sido el zurdo más dominante en la historia.
En cuestión de un año se nos fueron dos grandes figuras del montículo, que más allá de su calidad extraordinaria, compartieron otro común denominador, la grandeza dentro y fuera de los diamantes…me refiero a Greg Maddux y al gigantesco Randy Johnson.
El llamado “Big Unit” anunció ayer su retiro, tras una brillantísima carrera de 22 campañas. El zurdo de 46 años de edad, jugando para Expos de Montreal, Marineros de Seattle, Astros de Houston, Diamondbacks de Arizona, Yanquis de Nueva York y Gigantes de San Francisco, acumuló 303 triunfos por 106 descalabros, números que por sí mismos lo colocan como sólido candidato a ingresar a Cooperstown.
Sin embargo, las cerezas sobre el pastel que lo hacen un miembro ineludible del Recinto de los Inmortales de la Pelota, son sus cinco Trofeos Cy Young, su efectividad de por vida de 3.29 y sus monstruosos 4 mil 875 chocolates recetados.
Muchos lo recordarán por aquel incidente de la paloma que en pleno Spring Training emprendió su viaje al más allá, gracias a una recta de 100 millas de este zurdo de dos metros de altura que se impactó en su cuerpo volador. Pero la realidad es que Johnson lo hizo todo, porque no sólo acumuló grandes estadísticas individuales, logrando hazañas tales como lanzar lanzó un juego sin hit ni carrera en la Liga Americana contra Detroit en 1990 y un juego perfecto en la Liga Nacional ante Atlanta en el 2004, sino que también se convirtió en pieza clave de los Diamondbacks para la consecución de la Serie Mundial del 2001, haciendo una dupla inolvidable con Curt Schilling.
Sólo Roger Clemens ha ganado más premios Cy Young que el “Big Unit” y si tomamos en cuenta que el “Cohete” atraviesa una crisis de credibilidad por su alegado uso de substancias para mejorar el rendimiento, lo cual podría marginarlo del Salón de la Fama, podríamos pensar quizás que Johnson puede estar ubicado entre los mejores cinco serpentineros de todos los tiempos y que sin duda alguna ha sido el zurdo más dominante en la historia.
En cuestión de un año se nos fueron dos grandes figuras del montículo, que más allá de su calidad extraordinaria, compartieron otro común denominador, la grandeza dentro y fuera de los diamantes…me refiero a Greg Maddux y al gigantesco Randy Johnson.
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