miércoles, 13 de enero de 2010

Desde el Búnker de Acir Deportes

Martes 12 de Enero de 2010
Por: Omar Gómez Pensado

Con su inminente regreso al béisbol como coach de bateo de los Cardenales de San Luis, Mark McGwire tenía dos opciones…aguantar una temporada completa escondiéndose de cámaras y micrófonos o de un solo golpe acabar con las especulaciones sobre su turbio y esferoidal pasado.

Ayer McGwire confesó haber utilizado esteroides no sólo durante la “mágica” temporada de 1998 cuando junto con Sammy Sosa protagonizó la hasta entonces histórica carrera por romper la legendaria marca de Roger Maris de más cuadrangulares en una sola temporada, sino haberlos empleado durante más de 10 años.

El rubro atenuante en esta confesión es que el ex pelotero aduce haber iniciado el consumo de substancias para mejorar el rendimiento, no con el propósito de elevar su desempeño sino de dejar atrás la serie de lesiones que a inicios de los años noventa estuvieron cerca de poner un alto a su carrera.

Las muestras de apoyo del medio fueron inmediatas, recibiendo el espaldarazo de su jefe y amigo Tony LaRussa, piloto de San Luis, de varios peloteros y lo más importante, de parte del Comisionado Bud Selig, quien vio con buenos ojos la aceptación del “Gigante Pelirrojo”.

La gran pregunta que surge después de la confirmación de algo que todos conocíamos, es si esto cambiará el destino de McGwire en términos del Salón de la Fama. Por lo pronto, la actual generación de votantes para el Recinto de los Inmortales ha dejado en claro que no quiere saber nada acerca de los jugadores que han protagonizado la llamada “Era de los Esteroides”, por lo que en el corto plazo vemos difícil que este pelotero que desde luego en circunstancias diferentes habría sido una elección automática en su primera aparición en las boletas, pueda ser entronizado.

Sin embargo, con el tiempo y con la esperanza – no mía – sino de McGwire en cuanto a que los nuevos miembros del Comité Elector tengan una visión diferente acerca de los jugadores que usaron substancias no prohibidas en ese momento para elevar su rendimiento, tal vez podría haber una luz de esperanza para él.

Entendiendo la imperfección inherente al ser humano, lo positivo de todo esto para el pelotero es que se ha quitado una carga moral de encima que lo estuvo oprimiendo durante más de un lustro.

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