miércoles, 28 de octubre de 2009

El Oráculo de Delfos

Por Miguel Ángel Fernández

Yo creo en Andre Agassi

El hecho de que Andre Agassi reconociera en su autobiografía (Open: an autobiography que saldrá a la venta el 9 de noviembre) que consumió la droga crystal meth en 1997 pone en un serio predicamento a todas aquellas personas que seguimos, vivimos y amamos el deporte. ¿Cómo dar la justa dimensión a las declaraciones del tenista nacido en Las Vegas? ¿Cómo evitar caer en el amarillismo y morbo baratos que se desencadenarán a partir de este momento alrededor de Agassi?

En este momento, justo unos minutos después de haber leído la noticia, en lo primero que pienso es en Rodrigo Torrubia y Omar Gómez, dos compañeros de trabajo que tienen a Andre Agassi como uno de sus grandes ídolos del deporte. El grado de afición de Rodrigo llega a tal grado que a las 9 de la mañana (estando en unas merecidas vacaciones en Acapulco) ya está al tanto de la noticia en lugar de recuperarse de uno de los tantos festejos que seguramente se han presentado en el bello puerto. Eso es lealtad a un ídolo y es precisamente lo que este suceso no puede arrebatarle a Agassi: su impacto y ejemplo entre miles de seguidores.

Por supuesto que Agassi se equivoca en todo este escándalo en el consumo de la droga y en la posterior mentira a la ATP para evitar una sanción que si bien no hubiera sido la más grave (3 meses) sí habría representado la caída de un revolucionario del tenis. No obstante, su mayor acierto apareció precisamente dentro de este periodo de penumbra al encontrar un esbozo de claridad que abrió quizá la época más brillante de su carrera a partir de 1998.

La gran diferencia entre Agassi y muchos otros deportistas vinculados con el consumo de sustancias prohibidas, como Barry Bonds o Mark McGwire, radica en que Agassi nunca utilizó este ejercicio para mejorar su rendimiento; por el contrario, resultó ser la única puerta de escape que encontró en una situación emocional difícil y por ello no creo que sea motivo suficiente para "crucificarle" o retirarle la etiqueta de "leyenda del tenis". Como todo ser humano, con esa extraña virtud de no aspirar a la perfección, Agassi fue uno más de muchos que han encontrado refugios equivocados en múltiples vicios pero han tenido la capacidad de reconocer sus errores y recuperar su grandeza. Agassi lo hizo de forma extraordinaria y es justamente por ello que Rodrigo y Omar no debieran tener nada de que preocuparse.

Rick Reilly, columnista de ESPN, hace una gran reflexión sobre los motivos que llevaron al ex jugador a revelar estos hechos a todo el público http://sports.espn.go.com/espn/columns/story?columnist=reilly_rick&id=4601145 y pienso que su pluma sirve como llamado a la nueva batalla que muchos tendremos que emprender: la defensa a ultranza del lugar que ocupa en la historia Andre Agassi.

Los claroscuros de la vida de Agassi son una leccion tremenda para todos. Yo valoro mucho a aquel Andre que retó el protocolo en la indumentaria de Wimbledon y que con su rebeldía (a pesar de que ahora será clasificiada como "falsa") inyectó al menos ingredientes nuevos a un deporte que necesitaba una renovación. Pero ante todo, yo me quedo con el Andre que revivió de entre los muertos y me brindó con su esfuerzo partidos sublimes en la segunda parte de su carrera (aquella que arrancó después del penoso incidente). Un Agassi que ganó cada torneo de Grand Slam (su victoria clave fue en 1999 en Francia). Aquel Agassi que en 2002 levantó una expectación brutal al enfrentar en la final de US Open a Sampras y por supuesto aquel Agassi que en el mismo US Open pero en 2006 me regaló partidos imborrables (en lo particular el de segunda ronda ante el chipriota Marcos Baghdatis). Fue su último torneo y en verdad que lo disfruté.

Por esos momentos, y por tantos otros que nos regaló Agassi, a mis amigos y compañeros Omar Gómez y Rodrigo Torrubia quiero expresarles mi apoyo: yo estaré con ustedes para defender a Andre Agassi hasta el fin de los tiempos...Si Rick Reilly ocupó una famosa cita bíblica en su artículo no entiendo porqué yo no habría de hacerlo. Saludos Tor hasta Acapulco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario